Al tratar sobre Los Angeles y sobre el protagonista y sus complejas, desconcertantes y desconcertadas relaciones con otras personas tan vulnerables como él en esta megápolis, LA DESTRUCCIÓN DE LA URBE trata sobre las ciudades de hoy y sobre los hombres hoy. Es decir, sobre las cualidades y los vicios de la fascinante condición contemporánea. Daniel, un español ubicado en Los Angeles, experimenta —a través del dolor tratado aquí con humor e ironía, pero no solo a través del dolor— los desafíos que impone esta era global, que hace aún más difícil hallar una identidad personal en un mundo sin fronteras carente de un espacio y un tiempo claramente precisables. El gigantesco laberinto de las autopistas de la ciudad, el cine clásico, la violencia y las lúgubres estancias del enigmático Palacio del Ciudadano encuadran las trayectorias de los personajes de esta novela, que aspiran a amarse más allá de los simulacros y las máscaras que imponen la ciudad y el gran espectáculo de Hollywood. La narración sigue las vidas de estos extranjeros desplazados en el magma de una urbe sin alma y conduce con destreza al lector hasta un desenlace inesperado y dramáticamente intenso a la altura de las visiones-alucinaciones de Kafka, Antonioni o David Lynch.